El virus del mosaico de la ciruela se descubrió en Texas a principios de la década de 1930. Desde entonces, la enfermedad se ha extendido por los huertos del sur de los Estados Unidos y ciertas áreas de México. Esta grave enfermedad afecta tanto a las ciruelas como a los melocotones, así como a las nectarinas, almendras y albaricoques. El virus del mosaico de los ciruelos se transmite de un árbol a otro a través de pequeños ácaros del brote de durazno (Eriophyes insidiosus). El virus también se puede transmitir mediante injertos.
Desafortunadamente, no existen curas para el virus del mosaico de las ciruelas, pero existen formas de evitar que la enfermedad afecte sus árboles frutales. Gracias a los estrictos programas de cuarentena, el virus del mosaico de las ciruelas es ahora relativamente inusual. Aprendamos los signos y síntomas del virus del mosaico de la ciruela y cómo evitar que la enfermedad infecte sus árboles.
Síntomas del virus del mosaico en las ciruelas
El virus del mosaico de la ciruela aparece en las hojas, que están moteadas con manchas verdes, blancas o amarillas. Las hojas, que se retrasan, también pueden estar arrugadas o rizadas. Los frutos de los árboles afectados por el virus del mosaico de la ciruela presentan irregularidades y deformaciones. No se pueden vender y generalmente no son buenos para comer.
No existe cura para el virus del mosaico de las ciruelas y los árboles infectados deben eliminarse y destruirse. El árbol puede vivir por algunas temporadas, pero la fruta no es comestible. Sin embargo, existen formas de prevenir la enfermedad.
Cómo prevenir el virus del mosaico de las ciruelas
Cuando plante nuevos ciruelos, plante solo cultivares resistentes a virus.
Trate los árboles nuevos con acaricida. Siga cuidadosamente las instrucciones del fabricante, especialmente en términos de tiempo de pulverización y cuánto usar. Asegúrese de que el producto esté registrado para su uso en árboles frutales.
A menudo, los ácaros se pueden controlar con aceite hortícola o jabón insecticida en aerosol en el momento en que se hinchan las yemas, justo antes de que empiecen a brotar las flores. Para proteger a las abejas y otros polinizadores, nunca rocíe acaricida cuando los árboles estén en flor.
Riega los árboles con regularidad. Los ácaros se sienten atraídos por las condiciones secas y polvorientas.