Cuidado de la palma mexicana: cómo cultivar una palmera mexicana en el paisaje

Las palmeras de abanico mexicanas son palmeras muy altas nativas del norte de México. Son árboles atractivos con hojas anchas, abanicadas y de color verde oscuro. Son especialmente buenos en paisajes o a lo largo de carreteras donde pueden crecer libremente hasta su altura máxima. Siga leyendo para obtener más información sobre el cuidado de la palma mexicana y cómo cultivar una palmera de abanico mexicana.

Información sobre la palma de abanico mexicana

La palmera mexicana (Washingtonia robusta) es originaria de los desiertos del norte de México, aunque se puede cultivar en gran parte del sur y suroeste de Estados Unidos. Los árboles son resistentes en las zonas USDA 9 a 11 y Sunset zonas 8 a 24. Tienden a crecer a una altura de 80 a 100 pies (24-30 m). Sus hojas son de color verde oscuro y en forma de abanico, alcanzando entre 3 y 5 pies (1-1.5 m.) De ancho.

El tronco es de color marrón rojizo, pero con el tiempo su color se desvanece a gris. El tronco es delgado y afilado, y en un árbol maduro pasará de un diámetro de aproximadamente 2 pies (60 cm) en la base a 8 pulgadas (20 cm) en la parte superior. Debido a su gran tamaño, las palmeras de abanico mexicanas no son adecuadas para jardines o patios traseros pequeños. También corren el riesgo de romperse y desarraigarse en áreas propensas a huracanes.

Cuidado de la palma mexicana

Cultivar palmeras de abanico mexicanas es relativamente fácil, siempre que esté plantando en las condiciones adecuadas. Aunque las palmeras de abanico mexicanas son nativas del desierto, crecen naturalmente en bolsas de agua subterránea y solo son algo tolerantes a la sequía.

Les gusta el sol pleno a la sombra parcial y la arena bien drenada al suelo de tipo franco. Pueden tolerar suelos ligeramente alcalinos y ligeramente ácidos.

Crecen a una velocidad de al menos 3 metro (1 pies) por año. Una vez que alcanzan unos 30 pies (9 m) de altura, a menudo comienzan a dejar caer naturalmente sus hojas muertas, lo que significa que no es necesario podar el crecimiento viejo.

Imagen de Dorian Wallender

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